Trauma Craneoencefálico: La Historia de Pepe

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En el artículo de hoy, quiero contarles la historia de Pepe, quien tuvo un trauma craneoencefálico a raíz de un accidente de tránsito. Recuerdo como si fuera ayer cuando Pepe llegó a mi consulta. Me sorprendió mucho porque fue el primer paciente con trauma craneoencefálico que atendí en mi vida.

Normalmente, en los pacientes con trauma craneoencefálico las complicaciones tienen que ver con la gravedad del trauma. El trauma craneoencefálico es la causa más frecuente de daño cerebral. Puede ser producida por una contusión sobre el cráneo que produce edema, hemorragias y aumento de la presión en el cráneo. Todo eso conlleva a consecuencias graves a nivel funcional.

Algunas consecuencias que puede tener un paciente con trauma craneoencefálico son:

  • Alteraciones post traumáticas como el coma y alteraciones de la conciencia.
  • Trastornos del movimiento
  • Trastornos sensoriales
  • Trastornos en la coordinación motora, tono muscular o espasticidad
  • Alteraciones en el control de los esfínteres
  • Alteraciones neuropsicológicos
    • Atención y concentración
    • Memoria y aprendizaje
    • Razonamiento e inteligencia
    • Lenguaje y habla
    • Conducta y emociones

En el caso de Pepe, él tenía un poco más de 20 años, y el trauma había ocurrido aproximadamente 6-7 meses antes de que acudiera a mi consulta. En ese momento, Pepe respiraba por un tubo de traqueostomía, se alimentaba por gastrostomía, orinaba por sonda urinaria, aún no le habían realizado la cirugía para hacerle la reconstrucción craneal. Tenía mucha dificultad para defecar que lo relacionaban con el tipo de alimentación que llevaba y su falta de movimiento.

Llegó a mi consulta en silla de ruedas con su madre, con una cobija sobre sus piernas. Para poder hacerle las mediciones antropométricas que necesitaba para los cálculos dietéticos le solicité a la madre quitarle la cobija de las piernas y el abrigo que tenía. Al verlo me sorprendió mucho la pérdida de masa muscular que había tenido desde su accidente.

Sus piernas tenían el mismo grosor de sus brazos, y en los brazos podías ver los huesos muy marcados. Ya no tenía reservas de grasa ni de masa muscular. Pepe se atendía con fonoaudiología para terapia de alimentación y ya habían logrado que consumiera consistencias tipo papilla o puré, pero solo le proveían esos alimentos de manera terapéutica.

Al preguntarle a la madre sobre la alimentación actual de Pepe, ella me contó que le daban 5 tomas diarias de una fórmula polimérica para adultos alta en proteínas por la gastrostomía. En algunas ocasiones jugos procesados y leche corriente, y siempre agua. Había llevado esta forma de alimentación desde su egreso del hospital, por recomendación del médico tratante.

Para las necesidades nutricionales de ese momento, Pepe estaba consumiendo muy poco alimento y no lograba avanzar en sus terapias. Es importante comentarles que, en estos pacientes, básicamente, deben aprender a realizar nuevamente todas las actividades diarias que antes del trauma craneoencefálico podían realizar solos.

Si un cuerpo está sometido a deficiencias nutricionales extremas, ya no tiene depósitos de energía, y si no se le provee lo que necesita, no va a gastar energía en aprender una actividad habitual como masticar, hablar, tragar, moverse, etc. Por eso, en pacientes como Pepe, es importante darle los requerimientos nutricionales completos, desde las calorías que proveen los macronutrientes (carbohidratos, proteínas y grasas), hasta los micronutrientes específicos (vitaminas y minerales).

Según la madre me comentó, Pepe no se comunicaba para nada y eso le hacía muy difícil poder complacer sus necesidades de hambre, aparte de que solo le daban una fórmula por la gastrostomía.

En la consulta le pregunté a Pepe si él se sentía bien y movió la cabeza acertando, luego le pregunté que si él sabía quién era yo y respondió nuevamente moviendo la cabeza diciendo que no. Entonces le pregunté ¿Pepe, tú tienes hambre? Y enseguida movió la cabeza diciendo que sí. Ahí la mamá se dio cuenta de que él estaba sufriendo hambre, lo que le estaban dando no era suficiente para él.

En pacientes con trauma craneoencefálico, la sensación de hambre y saciedad se ve trastocada por el daño cerebral ocurrido, pero para mí en ese momento era muy importante que Pepe comiera. Sus necesidades calóricas estaban por encima de 3000 calorías diarias y las de proteína estaban por encima de 2 gramos por kilogramo de peso.

La fórmula polimérica fue mi aliada y empecé a utilizar un módulo de proteínas para lograr llegar al requerimiento que tenía. Como no habíamos logrado avanzar mucho en las terapias de alimentación, solo toleraba las papillas, utilicé los módulos de proteínas en las papillas con alimentos como frutas (en compota) y verduras (yuca, ñame, papas, etc.) con mantequilla o aceite de oliva para hacerlas más calóricas entre las comidas principales para seguir practicando la alimentación oral.

Por la gastrostomía mantuve la fórmula en batido con frutas, empezamos con sopas licuadas con verduras, el pollo o carne bien licuadas agregándoles un poquito de aceite de oliva o aguacate para aumentarle la cantidad de calorías.

Con este tratamiento nutricional bien calculado y distribuido a lo largo del día, logramos que aumentara de peso y que empezara a sostener su cabeza y su tronco por sí solo. Meses después, empezó a agarrar su propio vaso, empezó a comer más alimentos y a masticar consistencias blandas, no hablaba aún. Más o menos un año después de continuar con su tratamiento nutricional logró levantarse por primera vez.

Esto fue gracias a un trabajo en conjunto con sus médicos de medicina física, sus terapeutas físicos, ocupacionales y de fonoaudiología. La constancia de su madre fue un factor clave que, a pesar que tenía niños más pequeños que Pepe y un trabajo que conservar para poder sobrellevar los gastos de la nueva condición de Pepe, mantuvo todas las recomendaciones nutricionales, ejercicios y los tratamientos farmacológicos al día.

Pepe, después de 2 años de atención integral, ha logrado hacer sus actividades diarias por sí mismo, con supervisión. Mantiene un déficit cognitivo por el que le cuesta controlar sus emociones y esto lo acompañará el resto de su vida.

Ahora le cuesta un poco controlar su hambre, pero esto es normal. El cuerpo humano al haber sido sometido a una deficiencia se protege, y puede causar el efecto contrario que es aumentar el apetito para llenar sus reservas. En este momento, Pepe tiene una alimentación controlada en porciones y estamos trabajando en inculcarle horarios específicos de alimentación para que no coma en otros momentos.

La nutrición es una parte importante en el manejo de los pacientes con cualquier tipo de discapacidad y más si hablamos de discapacidad motora. Los tratamientos nutricionales deben ser bien calculados y monitoreados.

Espero que este artículo te haya gustado, es una historia más de mi día a día en la atención de pacientes con discapacidad. Si conoces a alguien que este pasando por esta situación no dudes en contactarme.

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Lupita Meana

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